De la simplicidad. Por San Juan Clímaco


1. La luz de la aurora precede al sol y la antesala de toda humildad es la dulzura. Escuchemos, pues, a la luz decirnos en qué orden los dispuso: "Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón" (Mt 11:29). También, antes de contemplar el sol, debemos ser iluminados por la aurora; entonces, podemos sostener la vista del sol. Pues es imposible, completamente imposible, mirar el sol antes de conocer primero esta luz, como nos lo enseña el lugar respectivo de cada una de las dos virtudes, en la Palabra del Señor.
2. La dulzura es un estado inmutable del intelecto, que permanece siempre igual tanto en los honores como en las humillaciones.
3. Cuando estamos atormentados por el prójimo, la dulzura nos hace rezar por él sin ser sensibles y sinceramente.
4. La dulzura es una roca que domina el mar de la irascibilidad y contra la cual se estrellan todas las olas que rompen allí, sin que ella se conmueva jamás.
5. La dulzura es el sostén de la paciencia; la entrada, o mejor, la madre, de la caridad, el fundamento de la discreción; en efecto, está escrito: "Conduce en la justicia a los humildes" (Sal 24:9). Procura el perdón de los pecados, da confianza en la oración, es la residencia del Espíritu Santo: "¿En quién voy a fijarme? En el dulce y humilde" (Is 66:2).
6. La dulzura es la colaboradora de la obediencia, es la guía de la comunidad fraterna, el freno del furioso, el obstáculo del colérico, una fuente de alegría, la imitación de Cristo, una cualidad propia de los ángeles, la traba de los demonios, un escudo contra la amargura.
7. En los corazones dulces reposa el Señor; pero el alma agitada es el asiento del diablo.
8. Los mansos recibirán en herencia la tierra (cf. Mt 5:4) o mejor aún, dominarán sobre ella; pero los hombres violentos serán expulsados de su tierra.
9. Un alma dulce es el trono de la simplicidad; el espíritu colérico produce la maldad.
10. El alma apacible está plena de palabras de sabiduría pues "conduce en la justicia a los humildes" o, mejor, en el discernimiento.
11. El alma recta es la compañera de la humildad; el alma llena de maldad es hija del orgullo.
12. El alma de los mansos está plena de ciencia; el espíritu colérico habita entre las tinieblas y la ignorancia.
13. Un hombre encolerizado y un bribón se encontraron; era imposible descubrir una palabra sincera en su conversación. Si pusieras al desnudo el corazón del primero, encontrarías en él la locura; mira en el alma del segundo y verás allí la maldad.
14. La simplicidad es un hábito del alma que excluye todo artificio y la inmuniza contra la malevolencia.
15. La ausencia de malicia es un estado feliz del alma exenta de toda segunda intención.
16. La primera prerrogativa de la infancia es una simplicidad exenta de artificio; en todo el tiempo que la conservó, Adán no vio la desnudez de su alma y la indecencia de su carne.
17. Bella y bienaventurada es la simplicidad que algunos poseen por naturaleza, pero lo es menos que aquella que, a fuerza de penas y sudores, pudo injertarse sobre un tallo perjudicial. La primera está al abrigo de muchos artificios y pasiones; pero la segunda procura una humildad muy profunda y una extrema dulzura. La primera casi no merece recompensa; pero la de la segunda, será infinita.
18. Todos los que deseamos conseguir el favor del Señor, acerquémonos a Él como discípulo del maestro, con toda simplicidad, sin hipocresía, sin maldad ni artificio ni complicaciones. En efecto, Él mismo es simple y sin complejidad y quiere que las almas que se le acercan sean simples e inocentes. Pues la simplicidad no se encontrará jamás separada de la humildad.
19. El malo es un falso vidente que cree poder sorprender las intenciones ocultas en las palabras y las disposiciones del corazón a través de las actitudes exteriores.
20. He observado que algunas almas rectas aprendieron maldad al estar en contacto con los malvados y me sorprendía que pudieran perder tan rápidamente su propiedad natural y su excelencia. Pero a esas almas les resulta tan fácil perder la gracia como a las malvadas les resulta difícil corregirse. Sin embargo, el verdadero exilio, la obediencia y el prestar atención a las palabras, a menudo tienen una gran eficacia y curan maravillosamente a los incurables.
21. Si la ciencia ensoberbece en la mayoría de los casos (cf. 1 Co 8:1), la falta de instrucción y la ignorancia ¿no podrían, a la inversa, traer aparejada la humildad? Sin embargo, algunos, aunque escasos, se enorgullecen de su ausencia de saber.
22. Pablo, el Simple, tres veces bendito, es un ejemplo sorprendente y un modelo perfecto de la bienaventurada simplicidad. Absolutamente nadie vio jamás tal progreso en tan poco tiempo ni tuvo conocimiento de ello ni podrá verlo jamás.
23. El monje con el corazón simple es una bestia de carga que razona y que descarga el fardo sobre su conductor. Un animal no resiste a aquel que lo ata; un alma recta obra de la misma manera con su superior: lo sigue dócilmente adonde quiere conducirla; aunque la enviara al matadero, no sabría resistir.
24. La ausencia de maldad es la pureza natural de un alma que se comporta en toda ocasión según el modo como fue creada.
25. La rectitud es un pensamiento sin complicaciones, un carácter leal, un lenguaje franco y sin disfraz.
26. Dios es Amor y también Rectitud. Por eso, al dirigirse al corazón puro, el sabio dice, en el Cantar de los Cantares: "¡Con qué razón eres amado!" (Ct 1:4); y David afirma también: "Bueno y recto es Yahvé" (Sal 24:8); y de aquellos que llevan su nombre, dice que serán salvados: "Es el salvador de los de recto corazón" (Sal 7:11). E incluso: "Es justo Yahvé y lo justo ama y los rectos contemplarán su rostro" (Sal 11:7).
27. La malignidad es una perversión de la rectitud, un pensamiento tortuoso, una falsa complacencia, falsos juramentos, palabras capciosas, un corazón impenetrable, un abismo de artificio, la mentira convertida en hábito, el orgullo que ha llegado a ser natural, un enemigo de la humildad, una simulación de la penitencia, repulsión por la compunción, odio por la confesión, atadura a su propio sentido, una fuente de caídas, lo opuesto a la elevación, una sonrisa burlona ante las ofensas, una gravedad simulada, una falsa piedad, una vida diabólica.
28. El hombre malo es semejante al Diablo y es su amigo; el Señor nos enseñó a llamar al Diablo así, como dijo el evangelista (Mt 6:13): "Líbranos del mal" (o del Malo).
29. La malignidad es una ciencia diabólica o mejor aún una perversión que, como no posee la verdad, espera engañar a todo el mundo.
30. La hipocresía es una contradicción entre la actitud del cuerpo y la del alma, plena de todo tipo de pensamiento con doble intención.
31. Huyamos del precipicio de la hipocresía y del abismo de la duplicidad, escuchando estas palabras: "Serán extirpados los malvados" (Sal 36:9). "Pues aridecen presto como el heno, cual la hierba tierna se marchitan" (Sal 36:2), ya que de tal naturaleza son los pastos de los demonios.
32. Es difícil para los ricos entrar en el Reino (cf. Mt 9:23) y es igualmente difícil para los sabios entrar en la simplicidad.
33. A menudo una caída vuelve sensatos a los débiles, confiriéndoles, a pesar de sí mismos, ausencia de malicia y salvación.

34. Esfuérzate por perder tu propia sabiduría; al hacerlo encontrarás la salvación y el camino directo hacia Jesús, Nuestro Señor. Amén.
Fuente: San Juan Clímaco. La santa escala. Vigésimo cuarto escalón: de la simplicidad

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