Hagan lo que Él les diga. Por San Vicente Ferrer

Entre todas las obras útiles y necesarias que podemos hacer para nuestra salvación, la mayor y principal es la obediencia a los mandatos de Dios. Y si cualquier hombre no la acepta porque piensa que de otro modo podría entrar al Paraíso, no conseguirá dicha gloria, ni por poder o por potestad secular, ni porque goce de jerarquía o dignidad eclesiástica, ni por ciencia mundana, ni por la belleza corporal, sino por obediencia general. Y por tanto, cualquiera que organice y gobierne su vida según la ordenación y precepto de Nuestro Señor Jesús Cristo contra el sentido del cuerpo, contra la inclinación de la carne y contra las tentaciones de los demonios, se mantendrá firme en estos preceptos de Dios. Y esto que digo se constata por la razón y por la experiencia diaria de la persona que desea alcanzar el bien final, que por ella misma no puede alcanzar. Será necesario que esté acorde y conforme con Aquel que sí pueda ayudarle a conseguir ese bien final y por tanto se rija según su voluntad. Y esto repercute en bien no sólo del alma, sino también de todo el cuerpo y en bien de toda la vida.
Fuente: San Vicente Ferrer. Sermón De la vida de Cristo representada en la Misa solemne.

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